No se puede enseñar por competencias

Por Germán Pilonieta

En una cuarta entrega, el profesor Pilonieta, miembro de la Academia Colombiana de Pedagogía y Educación habla del desarrollo de procesos formativos.

Continuando con algunas reflexiones respecto de la importancia que tienen las investigaciones en neurociencias, en relación con el desarrollo del pensamiento y la educación de este milenio, que obviamente significa algo muy diferente de lo que creía en el milenio pasado, aborda
ré un tema que desde tan solo hace muy pocos años ha tomado gran significación y que nos dará la clave para poder dar el salto que todos estábamos esperando.

Antes de esto, es preciso advertir que estas investigaciones y estos avances tan poderosos no son del todo la panacea, sino tan solo aproximaciones, y déjenme decirles, qué aproximaciones tan fascinantes.

Hoy podemos comprender algunos de los procesos que ocurren cuando las personas aprendemos y este hecho hace que nos obligue a hacer replanteamientos en lo que llamamos educación, que para este milenio significa más bien el desarrollo de procesos formativos.

Uno de los factores mas significativos que ha aparecido es la relación entre la calidad de la lactancia materna y el aprendizaje, entre los ambientes enriquecidos en que los niños viven y sobre todo la riqueza de las vivencias para que se conviertan en experiencias a los que son expuestos por parte de los padres y posteriormente por los maestros formadores.

Se ha descubierto que lo que hace que se desarrollen las habilidades, todas las habilidades, corresponde a un proceso de mielinización y este proceso tan vital, se da bajo ciertas condiciones que deben ser plenamente reconocidas y ejecutadas. Las habilidades son la base del aprendizaje en todos los campos del desarrollo humano y el fundamento de la posibilidad de tener competencias como resultado de la adquisición de las mismas. No se puede enseñar por competencias. Se aprende por el desarrollo de las habilidades que son las que integran las competencias.

En este sentido, la teoría de la Modificabilidad estructural cognitiva que llegó a Colombia desde 1995, coincide con este tipo de investigaciones en cuanto que afirma que se debe exponer a las personas a situaciones para que las vivencias puedan convertirse en experiencias de tipo sinérgico y positivo.

Este avance en la comprensión de lo que significa, situación de formación, habilidad, aprendizaje, experiencia, mediación, etc, dado el descubrimiento de lo que para el ser humano significa la mielinización, permite dar el salto cualitativo en el terreno de la educación de futuro, que junto con el concepto de los estilos cognitivos, permitirán desarrollar el tan anhelado concepto de personalización en la educación, de lo cual trabajaremos más adelante.

Cuando las personas, y en especial los niños, son expuestos a situaciones en donde los retos son evidentes y la intensidad también lo es, en el cerebro ocurren fenómenos muy poderosos, y uno de ellos es la mielinización que consiste en el recubrimiento de los axones de las neuronas cerebrales con una capa de grasa (oligodentrocitos) haciendo que las conexiones sean cada vez más precisas y rápidas.

Es como la posibilidad de crear la banda ancha en el cerebro, y si esto no ocurre, el aprendizaje no se da y la persona entra en desventaja y atraso. Así de simple. Pero si esto ocurre, se garantiza lo que en términos de categoría se denomina la oportunidad educativa, es decir, secuencia de posibilidades.
Para los padres esto es vital, ya que les ayuda a comprender lo que deben hacer con sus niños en la casa desde la lactancia misma. Y esto tiene que ver con el juego permanente e inteligente y la disminución de las actividades de televisión y de computador.

Se trata de que los papás y las mamás saquen a los niños de paseo y que allí hagan equilibrio, aprendan a patinar y a montar en bicicleta, a realizar juegos en donde se arman cosas y en donde interactúen con los demás niños.

Cuidado con las actividades sedentarias, ellas generan las nuevas enfermedades y síndromes de retraso y las nuevas adversidades, junto con la obesidad y demás consecuencias que son tratadas muy bien por los avances en resiliencia de lo cual trataré en otro momento.

En el colegio, la organización por equipos de estudiantes desde el ciclo 1 (preescolar hasta segundo grado) se hace indispensable para que puedan desarrollar las habilidades de la interacción y los niveles de compromiso y productividad en conjunto.

No se trata de lo que comúnmente se denomina, muy ingenuamente, el aprendizaje colaborativo. Poder compartir las loncheras de un equipo entre todos es parte vital del desarrollo de la sensibilidad, pero jugar y exponerse a situaciones cada vez más complejas en equipo es poder adquirir una de las habilidades más importantes del nuevo milenio: el trabajo en equipo.

Sea la oportunidad para invitar a los profesores a convertirse en maestros formadores para el logro de los desarrollo de los estudiantes en el marco, no solo de la democracia, sino de las potencialidades exigidas desde el futuro.

Ver artículo original 

10 Errores que un Docente debe Evitar

P1012874

Ser docente en estos tiempos se ha convertido en una profesión de riesgo. Sin duda, el factor vocacional es determinante a la hora de elegir una profesión exigente y que supone una enorme responsabilidad. Lamentablemente, en las facultades no se nos prepara para una labor que a mi modo de ver marca buena parte del destino de una sociedad. Muchos de nosotros hemos ido aprendiendo a ser profesores más por nuestros errores que por nuestros aciertos.

Pues bien, en este artículo os quiero dar a conocer algunos errores que son muy comunes en nuestra profesión y que creo que con poco esfuerzo podemos corregir y mejorar así nuestras labor docente. Siempre me gusta decir que errar nos hace humanos, y que rectificar no convierte en buenos profesionales.
Educación

¿Qué errores podemos evitar como docentes?

1. Falta de visibilidad. La presencia y visibilidad en el aula es un aspecto muy a tener en cuenta a la hora de impartir una sesión lectiva. Ya me he referido en otros artículos a la importancia de que los alumnos siempre tengan una referencia visual del profesor en el aula. Para ello es fundamental que estemos preferentemente de pie y en constante movimiento, para que los alumnos fijen su atención hacia nosotros. Ello nos permitirá tener un mayor control del grupo clase. Sobre este aspecto os recomiendo la lectura del artículo ¿Cómo es mejor dar una clase de pie o sentado?

2. Oír sin escuchar. Un aspecto al que le doy mucha importancia en mis sesiones lectivas es intentar no sólo oír a mis alumnos, sino también escucharlos. La diferencia entre oír a una persona y escucharla es enorme, ya que cuando la escuchamos lo estamos haciendo de forma activa y les transmitimos a nuestros alumnos que aquello que nos está diciendo es importante tanto para ellos como para nosotros. Los alumnos de una clase demandan atención en todo momento. De ahí que en la medida que nos sea posible, debemos esforzarnos para escuchar con atención aquello que nos quieran decir. Con ello aumentaremos la empatía y mejoraremos nuestra relación con ellos. Aquellos docentes que sólo oyen a sus alumnos pero no interactúan, corren el riesgo de tener una relación distante y ello repercute negativamente en la relación del docente con el grupo. Para saber más sobre este apartado os recomiendo la lectura del artículo 5 consejos para aumentar la empatía con tus alumnos.

3. No mantener el contacto visual. La comunicación no verbal de un docente, aquella que se transmite a través de los sentidos, resulta fundamental en el desarrollo de una sesión lectiva. Bien es cierto que los docentes enseñamos a través de la palabra oral y escrita, pero también comunicamos a través de nuestro cuerpo y, por supuesto, con la mirada. Referente a la mirada hay un aspecto que es importante corregir y es el hecho de hablar a nuestros alumnos sin mirarlos directamente a los ojos. No mantener un contacto visual con nuestros alumnos repercute negativamente en la relación y en el aprovechamiento de nuestras sesiones lectivas. No mirar a nuestros alumnos transmite inseguridad, duda, incomodidad, falta de empatía… No mirar a nuestros alumnos hace que exista un distanciamiento con ellos que luego repercute negativamente en nuestra relación con el propio grupo.

4. No cumplir con lo prometido. Lo prometido es deuda. Todos sabéis el sentido de la justicia que tienen, por lo general, los alumnos. Incluso añadiría que además de sentido de la justicia tienen muy buena memoria para aquello que les conviene. De ahí la importancia de ser muy escrupulosos con aquello que les prometemos, porque si ya de antemano sabemos que no vamos a cumplirlo, esta promesa no cumplida se volverá en nuestra contra. Esto sirve tanto para las promesas como para con las amenazas en caso de no cumplir con las normas del centro. Un docente que no mantiene su palabra o que no cumple con sus palabra es un docente que poco a poco va debilitándose frente al grupo y puede afectarle muy negativamente en el caso de que quiera ganarse su respeto.

5. Prolongar el tiempo de corrección. Profesor, ¿tienes los exámenes corregidos? Seguro que se trata de una pregunta que si no a todos, a casi todos os habrán hecho en algún momento. Todos somos conscientes del esfuerzo que implica la corrección de ejercicios, trabajos exámenes… Pero creo que es importante hacer un esfuerzo por entregar dicha corrección en la mayor brevedad posible. La rapidez en la corrección es algo que los alumnos valoran muy positivamente y hace que te ganes el respeto de tus alumnos, porque consciente o inconscientemente te conciben como un profesional implicado y eficaz. El hecho de entregar con rapidez aquello que hemos corregido también le da valor a la corrección en sí en el caso de que queramos hacer algún inciso o comentario en clase. Hay docentes que tardan semanas en la corrección y ello repercute negativamente en su beneficio. Sobre cómo ganarse el respeto de tus alumnos recomiendo la lectura del artículo 5 consejos para ganarse el respeto de tus alumnos.

6. No utilizar el mismo código. Para que exista una correcta comunicación entre dos personas, estas deben conocer y compartir el mismo código. En muchas ocasiones se producen problemas de relación entre alumno y docente porque la fractura que existe del código de cada parte es insalvable. Los docentes tenemos la facultad de dominar todos los registros de una lengua, desde el culto hasta el vulgar, pasando por el coloquial. El error que cometemos es pensar que también nuestros alumnos dominan todos estos registros. En la medida que seamos capaces de compartir al máximo el mismo código, más fluida será la relación entre alumno y docente y mayor será el grado de comprensión. Con ello no digo que debamos situarnos a su nivel de competencia lingüística, sino que se trata de encontrar un equilibro entre aquellos que les podré enseñar como nuevo y el registro que utilizaré para que ese conocimiento llegue a todos los alumnos.

7. No dejarnos influir por nuestro estado de ánimo. Siempre he admirado a los presentadores de noticias de la televisión porque siempre tienen el mismo semblante, pese a que seguramente tendrán como todos nosotros sus días buenos y sus días malos. A esto se le llama profesionalidad. Pues bien, creo que esta profesionalidad también debería ser aplicable a los docentes. En muchas ocasiones nos dejamos llevar por nuestros problemas personales y los trasladamos a nuestras sesiones lectivas. Tenemos poca paciencia, nos sentimos irritados, gritamos por cualquier nimiedad, expulsamos a alumnos de forma arbitraria. A mí me gusta pensar que cuando entro en una clase es como si entrara en un plató de televisión. Al ponerme delante de mis espectadores, los alumnos, debo dar lo mejor de mí mismo, independientemente del estado de ánimo en el que me encuentre. Ser profesional bajo cualquier circunstancia es la mejor forma de dignificar muestro trabajo.

8. No educar desde el respeto, sino desde el miedo y la autoridad. Muchas veces los docentes mezclamos conceptos como la educación, el respeto y la autoridad. Son expresiones que por sí darían para varios artículos. En este caso sólo quiero incidir en la importancia de no tratar de educar desde el miedo y la amenaza. En muchas ocasiones asimilamos el control de una clase con medidas que fomentan el miedo a nuestros alumnos o la amenaza ante el incumplimiento de alguna norma. Creo que es un error. Desde el principio debemos enseñar a nuestros alumnos desde el respeto, desde la responsabilidad. Hay docentes que se vanaglorian de que en su clase no hay problemas de disciplina. Lo que no dicen es que esta disciplina viene condicionada por el miedo que le tiene los alumnos. Nunca hay que enseñar desde el castigo, la amenaza o el miedo. Si así lo creéis posiblemente os habéis equivocado de profesión.

9. Enseñar sin educar. Los docentes solemos cometer el error de pensar que nuestra profesión consiste en la transmisión pasiva de conocimientos, en la transmisión unidireccional de contenidos a través de lo que podríamos llamar una clase magistral. Creo que este enfoque es erróneo. Y es erróneo porque un docente es mucho más que un mero transmisor de conocimientos. Un docente es aquel que además de enseñar es capaz de invertir, repito, invertir, todo el tiempo que haga falta en educar a sus alumnos, en transmitirles valores como el de la solidaridad y la cooperación.

10. Mezclar lo profesional con lo privado. Redes sociales. En la sociedad actual la privacidad se está convirtiendo en un lujo. El ámbito privado de los docentes es algo que debemos tener muy en cuenta, porque un mal uso de nuestra privacidad puede afectarnos muy negativamente. Me parece importante que en nuestras sesiones lectivas nos centremos en lo educativo y no en lo personal. Se trata de mantener una distancia con nuestros alumnos, en especial, por lo que a las redes sociales se refiere. De ahí que sea necesario mantener unas pautas de actuación muy estrictas. Lo digo porque los alumnos tienen la costumbre de bombardearnos con preguntas sobre nuestra vida privada, nos envían solicitudes a nuestros perfiles sociales, preguntan a otros compañeros de profesión sobre aspectos relacionados con nuestra familia, edad, estado civil… Es por ello que creo conveniente guardar con mucho celo nuestra vida privada, porque a corto o a medio plazo, la información personal que podamos dar a nuestros alumnos podría afectarnos negativamente. En mi caso, por ejemplo, no acepto jamás ninguna solicitud de un alumno de ninguna de las redes sociales de las que formo parte.

Revisando todos estos errores me doy cuenta de que la profesión de docente exige por nuestra parte una dedicación y una vocación extraordinarias. Siempre he pensado que los mejores docentes son aquellos que, habiéndose equivocado una y otra vez, tienen la capacidad de levantarse todas las mañanas para enfrentarse al reto apasionante que supone la docencia. Para aquellos que amamos esta profesión tiene tanto de reto como de pasión. Aquellos que nos dedicamos a la docencia debemos dar a en cada sesión lectiva lo mejor de nosotros mismos, vaciarnos en clase, entregarnos para que nuestros alumnos adquieran valores y conocimientos, enseñarles a través de la palabra y educarles desde el corazón. Si tú eres uno de ellos, desde aquí mi más sincera felicitación porque,